Gustandos, os oigo a través de los muros de papel, oigo vuestras risas ovejunas y vuestros pasos equinos. Imagino, como observador privilegiado, vuestros gustos y costumbres: algunos inquietantes, otros desagradables. Al llegar al trozo de selva artificial siempre carcajeáis, conocedores del momento de cópula inminente en la privacidad de vuestros aposentos
Gustandos, vuestras llamadas nupciales me erizan el vello y mi columna se estremece: el cortejo del macho desprende testosterona rancia y tópica, y la respuesta de la hembra es sumamente segregante.
Gustandos, todo gracias a una palabra...gustando.
domingo, 30 de noviembre de 2008
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